Primero vinieron por los ambientalistas, pero como no éramos ambientalistas no dijimos nada; luego vinieron por los líderes comunitarios, tampoco dijimos nada; después por los líderes sindicalistas y continuamos callados; y así sucesivamente. Solo en el año 2022, según datos de la Corporación Jurídica Libertad, en Antioquia nos arrebataron la vida de 141 líderes entre integrantes de Juntas de Acción Comunal, del Programa Nacional Voluntario de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) y promotores del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial.
Hombres y mujeres que han tenido el valor de liderar procesos y proyectos de vida en las diferentes regiones, que han impulsado los convites y obras para construir escuelas, carreteras, acueductos; líderes que trabajan por la cultura, por los derechos de la comunidad LGBTIQ, que defienden la cultura indígena y afrodescendiente, que custodian los ríos y las montañas. Ellos y ellas suman cientos de horas de trabajo al servicio de sus comunidades. Hombres y mujeres que han entregado hasta su propia vida por el derecho de la justicia social.
En lo que va corrido del año 2023 según un informe publicado el 31 de marzo por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz -INDEPAZ-, en Colombia han sido asesinados 35 líderes sociales y defensores de derechos humanos, entre ellos firmantes de los Acuerdos de Paz, sindicalistas, indígenas, afros, líderes de las Juntas de Acción Comunal, del sector cultural, LGBTIQ y el sector cívico. Los departamentos más golpeados son Santander, Antioquia y departamentos del Pie de Monte Amazónico.
Crecen las víctimas de la paz
Paradójicamente mientras baja la cifra de asesinatos en el marco del conflicto armado, crecen las víctimas de la paz. Y es que después de la firma de los Acuerdos de Paz, han aumentado los índices de asesinatos, de amenazas y ataques a personas defensoras de derechos humanos y líderes en sus territorios.
Las causas son múltiples y tienen que ver con intereses de poder por posesión y control de la tierra, de la minería, de los cultivos de uso ilícito, las dinámicas de megaproyectos extractivos, que según el Centro de Memoria Histórica hace que los líderes y lideresas se conviertan en portadores de discursos universales, al mismo tiempo que por su autonomía, representan a minorías muy frágiles, a las que les toca enfrentar poderes hegemónicos y desmesurados.
No queremos continuar con una Colombia huérfana, de mujeres víctimas, de familias destrozadas, proyectos y territorios abandonados, silenciados por el miedo. Hoy se hace necesario acompañar a las personas defensoras de derechos humanos y líderes sociales, rodearles, escucharles, apoyarles en sus luchas; que sientan que su comunidad está con ellos y ellas en la construcción de los planes de vida comunitarios. Tal vez es lo mínimo que podemos hacer comparado con todo lo que ellos y ellas nos dan.
Hoy es necesario a sembrar la semilla de la esperanza y del respeto a la vida, a la diferencia y al pensamiento crítico; porque un pueblo que respeta la vida tiene futuro y la posibilidad de cumplir sus sueños colectivos.