Como radio comunitaria trabajamos a diario para que las voces que se irradian en nuestro dial se cuenten a sí mismas sin intermediación y así contribuir a que las personas puedan acceder a su derecho pleno a la comunicación sin importar edad, raza, género o ideología, siempre tenemos algo que contar y nuestras historias nunca carecen de importancia. Eso sí, defendemos los discursos no violentos, creemos profundamente en la palabra amable y en una comunicación libre de estigmas, fobias y juicios de valor.

La radio nos ha llevado a descubrir historias cargadas de esperanza

También ha develado historias ocultas, verdades secretas que, casi siempre, el barrio y la ciudad saben a voces, pero se callan para no opacar nuestro imparable progreso y porque, además, contarlas puede poner en riesgo la vida. Entonces, ¿cómo contar lo que no se puede contar? Esto nos lo preguntamos una y otra vez hace más de una década, cuando esta radio estaba iniciando y dejando de ser un sueño para habitar la realidad. Una realidad con la que llegaron los retos y entendimos que llamarnos La Esquina Radio, por sí solo, nos entregaba una responsabilidad social, hacer radio desde las calles, desde los andenes, desde las canchas y hasta en las mismas cocinas; era y ha sido nuestra tarea, nuestra forma más cercana y real de hacer de la comunicación un derecho tangible.

El bienestar por encima de todo

Y hablando en voz alta ha pasado más de una década, una donde hemos aprendido y no dejamos de aprender, que las verdades a voces se tienen que nombrar, pero también, siempre y sin ni siquiera pensar un segundo en negociarlo, el bienestar y la vida están por encima de cualquier primicia. El verdadero secreto para contar ha estado entonces en escuchar las esquinas y la radio para remasterizar la génesis, descubrir lo ya existente para un medio que así, tantas veces, creamos obsoleto, aún está cargado de posibilidades y formas.

Ha sido así como en las esquinas, por medio de La Esquina Radio, una señora búho ha contado la historia de doña Rosa, que sigue buscando a su esposo así le hayan dicho que alimentaron al río con pedacitos de él. Como un tamal con capa de hoja de bijao para de defender la democracia. Como María Inés, José Ignacio y Jesús David, en medio de una semana de dolor, nos comparten su relato de crucifixión, ese que han encarnado cientos de personas lideres y sus familias en nuestro país, que cualquier miércoles y por 30 monedas, han perdido la vida.

En esta Esquina las noticias se han hecho fábulas, las zonas horarias se dramatizan, los lugares se hacen sonidos, las novelas detrás de los micrófonos son historias de la vida real.