Si mencionamos la palabra “discapacidad”, seguramente lo primero que se nos viene a la cabeza es una persona en silla de ruedas o alguien que no puede ver, ¿verdad? Pero ¡ojo! Hay otras discapacidades que no se notan a simple vista. Hablamos de las discapacidades psicosociales y cognitivas.
Imagina a María, que tiene depresión y ansiedad. A veces se siente tan mal que se aísla y le cuesta relacionarse incluso con su familia. O a David, que aprende un poco más lento que sus amigos y por eso lo molestan. ¿Ves? Sus discapacidades no se ven, pero igualmente les ponen trabas en la vida.
El problema no es solo la discapacidad en sí, sino las barreras que la sociedad pone. Es como si les cerráramos las puertas y les dijéramos que no pueden hacer las mismas cosas que los demás.
Pero podemos cambiar las cosas. Podemos empezar por tratar a todos por igual, sin importar cómo sean. En lugar de ponerles etiquetas como “el niño especial” o “el que no puede”, reconozcámoslos por lo que son: personas con sus propias habilidades y sueños.
Daniel, por ejemplo, aunque no pudo estudiar mucho, es un crack en el deporte. Eso demuestra que todos tenemos algo que aportar desde nuestras habilidades.
Respetar a las personas con discapacidades no es solo lo correcto, sino que nos hace crecer como sociedad. Cuando incluimos a todos, ganamos todos. Así que la próxima vez que veas a alguien que es diferente, no lo juzgues. Intenta conocerlo y verás que te sorprenderá. Esa, sin lugar a dudas, será la mejor acción que podrás hacer por la inclusión
¿Cómo un amigo ha ayudado a tu libertad?
