La flor del café

Amalfi es un municipio con una rica tradición cafetera. Sus habitantes, especialmente los campesinos, han enfrentado innumerables desafíos marcados por el conflicto armado y la transición del cultivo del café a la minería. Sin embargo, muchos de ellos y ellas persisten en los cafetales por amor a su tradición y por ser un medio de subsistencia.

En esta historia, Miriam Rocío Londoño Barrientos nos adentra en la vida de Martha Londoño, una mujer que ha dedicado su vida al cultivo del café en Amalfi. Ambas han sido testigo de cómo la violencia ha amenazado sus vidas y la tradición cafetera, dejando profundas heridas en las comunidades, que hoy se buscan sanar.

Es una fresca mañana en la vereda Montebello de Amalfi y Martha Londoño, la esposa de José, mi hermano mayor, se levanta como todas las mañanas antes de que salga el sol y se prepara para acompañarlo en las actividades diarias. Prende el fogón juntando varios trozos de leña, hace las arepas de maíz, el café y el chocolate. Cuando ya asoma el sol y cantan los sinsontes, cuida sus gallinas y recoge los huevos. Luego le lleva el café muy caliente a mi hermano, en un pequeño termo de cobre.

Todo esto lo hace en medio de una tranquilidad que nunca antes había tenido, y es que, con la llegada de los proyectos de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, fruto del Acuerdos de Paz, se respira un nuevo aire en Montebello. Iniciativas como la mejora de la caseta comunal son un claro ejemplo de cómo estos proyectos están transformando la realidad de muchas familias que en el pasado tuvieron que vivir en medio de la violencia. 

Como Martha, yo he vivido desde pequeña en el municipio de Amalfi. Crecí con mi familia en la vereda Montebello: papá, mamá y nueve hermanos, seis hombres y tres mujeres. Vivíamos de la agricultura, cultivando maíz, yuca, plátano, frijol y por supuesto, café.

En ese entonces, en Amalfi había presencia de grupos armados como el ELN y las extintas FARC que se disputaban el control del territorio. Recuerdo que, en cualquier momento, pasaban por la carretera corriendo unos tras otros con ráfagas e insultos. Todos salíamos a escondernos en los cafetales y las organeras, huecos oscuros cubiertos de piedras grandes donde viven serpientes, zancudos, murciélagos, sapos y que tienen un olor espantoso a lodo. Ahí nos quedábamos escondidos hasta seis horas, pasábamos hambre y sed, y cuando ya no sentíamos peligro, salíamos. Así crecimos.

Y en ese mismo contexto creció Martha. Esta mañana, mientras lleva el termo con café por el potrero donde la niebla aún cae y moja sus botas, Martha siente el aroma de los cafetos que trae consigo la brisa matutina, entonces llegan a su mente esos desafíos que ha tenido que superar.

Ella y mi hermano conservan la tradición de cultivar café como sustento familiar. Cuenta que antes debían hacer el proceso en condiciones muy precarias, pues a la zozobra generada por la violencia se le sumaba la pobreza y el olvido estatal. Dice que el café lo tenían que despulpar a mano en una pequeña máquina vieja de dos chorros, sobre un tanque de agua, donde era muy difícil darle su debido proceso. Luego lo secaban en un patio de tierra, donde lo podían vigilar constantemente. Así, podían recogerlo rápidamente en caso de lluvia, corriendo desde sus cafetales al sentir las frías gotas en la espalda.

La cosecha de café, que se da a finales de año, era su única fuente de ingresos. Obligados por la necesidad, debían buscar tiendas que les fiara los alimentos durante todo el año, creando una deuda que saldaban con la cosecha. Con lo poco que sobraba, si es que sobraba algo, compraban una muda de ropa sencilla y así, año tras año, enfrentaban un ciclo de incertidumbre y escasez.

El tiempo ha pasado y Martha y mi hermano José son ahora padres de tres hijos. Su calidad de vida ha mejorado significativamente gracias a los proyectos PDET. En Amalfi, estas iniciativas han brindado a numerosos agricultores, como ellos, acceso a recursos esenciales como abonos, fertilizantes y maquinaria agrícola. Además, las capacitaciones en técnicas modernas de cultivo y comercialización han potenciado su producción y les ha permitido acceder a mejores mercados, como la misma Martha lo cuenta. “Antes, no sabíamos cómo optimizar nuestra cosecha. Ahora, gracias a la ayuda recibida, nuestra producción ha mejorado y nuestros ingresos han aumentado. Este proyecto no solo nos ha dado herramientas, sino también esperanza y un futuro más prometedor”.

La sonrisa ilumina el rostro de Martha al contemplar sus cafetales florecidos, gracias al abono orgánico que nutre la tierra. Su vida ha florecido junto a ellos. Gracias a los proyectos PDET, ahora cuenta con una despulpadora a motor, secadoras a gas y marquesinas para el secado. Además, ha aprendido a transformar su propio café, dándole un valor agregado.

La historia de Martha es un testimonio de cómo los PDET han transformado las condiciones de vida de las comunidades. Montebello es una de las veredas más beneficiadas con estas iniciativas, pues al acompañamiento a los caficultores y al mejoramiento de la caseta comunitaria, se suma la adecuación de la cancha veredal, un espacio fundamental para el encuentro y el fortalecimiento de los lazos comunitarios.

Escenario deportivo Montebello    

La historia de Martha, tejida entre los surcos de sus cafetales es un testimonio de esperanza y resiliencia. Gracias a los proyectos PDET, campesinos como ella han encontrado en el café no solo un medio de subsistencia, sino también una vía para construir un futuro más justo y próspero para sus familias y sus comunidades. La flor del café, símbolo de la vida y la renovación, florece con más fuerza que nunca en Amalfi, gracias al esfuerzo de sus habitantes y al compromiso de quienes trabajan por la paz.

Reporteros comunitarios del municipio de Amalfi

Miriam Rocío Londoño

Brayan Alexander Serna

Emisora comunitaria La Voz de Amalfi

Cristian Ricardo Monsalve

Óscar Ovidio Rúa

Por una comunicación para la paz

Este producto fue realizado con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para la paz en Colombia. Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan, ni comprometen la posición del Fondo.

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