Enclavado en el nordeste de Antioquia, Anorí ha soportado el peso del conflicto armado colombiano. Hoy, sus habitantes con la mirada puesta en el futuro, construyen un tejido social más fuerte, hilando historias de paz que viajan por sus carreteras y caminos como apuestas que transforman el territorio. A pesar de los desafíos, la esperanza sigue viva y la comunidad demuestra que la unión hace la fuerza.
Son las cuatro y cincuenta de la mañana y la niebla cubre el parque de Anorí. El tinto y los buñuelos alegran el corazón de los campesinos que se resguardan en sus ponchos. Mientras tanto, un carro, hecho en 60% de madera, lleva en sus ruedas la historia del transporte rural del país desde el siglo XX. Con sus diferentes colores, figuras, frases típicas y, por supuesto, paisajes alusivos al territorio, este vehículo es todo un patrimonio cultural rodante.
Es la chiva o bus escalera que, con su pito, anuncia la partida hacia la vereda La Plancha. Entre canecas de leche, bultos de cuido, camas, pipetas de gas, e incluso lavadoras y neveras, inicia el viaje atravesando parte de la zona urbana hasta llegar a la vía destapada que conduce a la vereda La Plancha. En el recorrido, los terneritos braman en busca de su mamá. El bosque montañoso empieza a asomarse en cada kilómetro que recorre la escalera, al compás del cantar de las aves al que se unen las rancheras y vallenatos. Es así como se van disolviendo las aproximadamente dos horas y media que demora llegar al Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación -ETCR- Jhon Bautista Peña, ubicado en la vereda La Plancha.
Al llegar a la vereda, huele a leche, producto característico de la zona. El sol brilla como el oro que esconden sus montañas y el bochorno se siente mucho más intenso. Esta zona cobija gran parte de selva, es cuna de la palma de cera y de especies propias como orquídeas y otros tipos de palmas protegidas. “El ETCR se conformó en un área de 29.300 m², de la cual 5.200 m² comprenden la vivienda de 120 adultos y tres niños, los proyectos productivos de cerdos, pollos, una tienda y las plantas de tratamiento de aguas. Además, se construyeron una biblioteca, una guardería, oficinas de administración y recepción, una enfermería y un área de primeros auxilios, una cocina, un comedor general, aulas de instrucción y un área de esparcimiento”, según datos oficiales de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.
Anorí está ubicado en el nordeste del departamento de Antioquia. Como parte de su historia, “el frente 36 de las FARC-EP llegó a este municipio a mediados de los ochenta, por ser un lugar determinante debido a la gran producción de cultivos de uso ilícito, la extracción de oro y por su condición selvática, que además hace parte de un corredor estratégico para la guerra, con conexión entre la región Andina y el Caribe”, así lo registró el proyecto Convenios de Fuerza y Justicia desarrollado por Rutas del Conflicto y La Liga Contra el Silencio en 2017.
En 2016, con la firma de la paz entre esta guerrilla y el Estado colombiano, Anorí se convirtió en un centro de observación, incluso a nivel internacional, debido a la cantidad de actividades, talleres y proyectos. Uno de los proyectos fue el ejecutado en 2019, en el marco del programa de sustitución de cultivos ilícitos PNIS, en los que participaron doscientas cincuenta mujeres quienes realizaron actividades de siembra de árboles, semillas y hortalizas en el vivero municipal.
Mujeres Sembradoras de Paz
José David Hernández Chávez, miembro del Grupo Motor del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET-, ha sido enfático en la importancia de priorizar los proyectos de transformación para el campesinado. “Cuando nos sentamos a planear nuestro municipio, cuando lo hacemos a nivel nacional, los líderes hemos manifestado una crítica: y es que el Acuerdo de Paz, en los puntos uno y cuatro que son los que más se relacionan con el campesinado, empezó por donde no debía empezar. Hoy nosotros no tenemos vías de transformación, pero podemos tener una cancha, una caseta en buen estado en algunas veredas; no tenemos transformación ni comercialización de los productos. Creo que el punto uno se tenía que haber enfocado en la reforma agraria verdadera para el campesino, porque hoy no hay ni un solo proyecto enfocado en la comercialización y transformación de los productos (…)”.
Son las doce del mediodía y en el ETCR Jhon Bautista Peña la vida transcurre con calma. Algunos monitorean sus emprendimientos, los niños y niñas salen a jugar, otros recorren el terreno en sus bicicletas y los demás asisten a la guardería o a las escuelas cercanas. Esta es la nueva vida que para los firmantes de paz y sus familias los ha alejado de los afanes y la incertidumbre del conflicto armado, de los pesados morrales y su principal defensa, el armamento. Por estas calles, si así se pueden llamar, hay un sin número de historias que han dejado huella de resiliencia, perdón y de esperanza, que hoy exigen garantías en la construcción de paz.
Entre tanto, por la vía rural que pasa en frente del ETCR transitan habitantes de diferentes veredas aledañas como el Carmín y San Isidro, quienes en el marco del conflicto armado se vieron beneficiados al declarar a Anorí como municipio PDET, un Programa que en esencia es “un instrumento de planificación y gestión subregional de transformación integral del ámbito rural a 10 años, a través de los cuales se ponen en marcha con mayor celeridad los instrumentos de la Reforma Rural Integral en los territorios más afectados por el conflicto armado, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional”, según la Agencia de Renovación del Territorio.
Kelly Marcela Paniagua, Enlace Étnico de la Agencia de Renovación del Territorio, subregión Bajo Cauca, Norte y Nordeste de Antioquia, afirma que los procesos comunitarios y el pensamiento colectivo de los liderazgos anoriseños son clave para el futuro de los PDET. “Sin lugar a dudas, el trabajo en equipo logra grandes resultados. La unión, el apoyo, el sentido colaborativo y comunitario entre diferentes sectores poblacionales como mujeres, comunidades étnicas, juventudes y demás, fue un resultado satisfactorio en el marco de la actualización de los Planes de Acción para la Transformación Regional, que marcará la pauta para la gestión y puesta en marcha de las iniciativas de cada pilar” de los PDET.
A eso de las cuatro de la tarde, la chiva inicia su regreso. En una de las sillas de la escalera está sentado Dairo Ospina, un campesino que contempla a través de sus ojos verdes el panorama que lo rodea. Lleva puestas sus botas con las que transitó los caminos rurales por muchos años.
Iniciaba su rutina a las cuatro de la mañana en la vereda La Plancha. Salía a acompañar las labores de ordeño y, en el transcurso del día, sembraba pasto y adecuaba los potreros, mientras escuchaba diferentes canciones, noticias y alocuciones a través de la radio. Esa radio que, como él menciona, estuvo presente desde antes de nacer gracias al gusto de su mamá por este medio de comunicación. Ingresó a la emisora Anorí Estéreo en el año 2014, donde tuvo la oportunidad de realizar sus primeras prácticas y, con el transcurrir del tiempo, su voz fue la elegida como locutor de planta hasta la actualidad.
Para Dairo, los proyectos PDET han aportado considerablemente al desarrollo de la vereda, ya que han fortalecido a los productores y sus actividades diarias, como las relacionadas con la ganadería. Contribuyendo de forma positiva al desarrollo de la región.
Él mira el reloj. Son aproximadamente las siete de la noche cuando el sonido de la chiva retumba en el parque principal, anunciando el fin del viaje. Las luces de los restaurantes, el kiosco y diferentes tiendas de comercio brillan en el reflejo de la escalera. Al descender del vehículo, Dairo se dirige al kiosco y se toma un tinto mientras reflexiona sobre los retos de la tan anhelada paz.
Pasan los minutos y caen algunas gotas de lluvia. Dairo corre a su casa porque sabe que debe cuidar uno de sus tesoros más preciados: la voz que día a día acompaña a los anoriseños en las mañanas musicales e informativas de la emisora Anorí 105.4 F.M. Este medio de comunicación comunitaria que, por años, ha sido testigo de las acciones cotidianas para la construcción de paz y de los esfuerzos institucionales en la implementación de los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial. Como ocurrió con el proyecto de Dotación del Centro de Desarrollo Infantil Madre Laura, el cual beneficia a 60 niños y niñas.
Centro de Desarrollo Infantil Madre Laura
Para José David Londoño, secretario de Planeación de Anorí, la importancia de articular los esfuerzos entre entidades para el cumplimiento de los PDET es fundamental. “En esta Administración incluimos sesenta iniciativas dentro del Plan de Desarrollo enfocadas en infraestructura vial, mejoramientos de vivienda, construcción de viviendas nuevas, conectividad eléctrica, legalización de predios y construcción de puentes. Tenemos la firme intención de ejecutarlas y gestionar las demás, pero soy un poco pesimista debido a la falta de articulación con los gobiernos superiores. Si bien tenemos toda la voluntad de implementar los proyectos, el Municipio no puede hacerlo solo. A menudo, se ha creado la falsa expectativa en los municipios PDET de que cuentan con muchos recursos, pero la realidad es que los proyectos nacionales y departamentales suelen ser estandarizados y no responden a las necesidades específicas de cada territorio. Esto genera frustración en las comunidades, ya que los resultados no siempre cumplen con sus expectativas. En este sentido, creo que tanto el Gobierno Nacional como el Departamental deben tener una mayor sensibilidad hacia las necesidades de las comunidades y evitar la imposición de proyectos estandarizados. Es necesario diseñar soluciones a medida, que se ajusten a las realidades locales”.
Son muchos los matices de la paz en Anorí: historias de resiliencia, perdón, transformación y la puesta en marcha de estrategias encaminadas al desarrollo y bienestar de la población. Sin embargo, en el marco de la ejecución de los PDET y los Acuerdos de Paz, surgen numerosas preguntas entre los ciudadanos. Este contexto invita a una reflexión profunda sobre la continuidad y sostenibilidad de los proyectos que se inician, especialmente a los proyectos de emprendimiento como el de las mujeres sembradoras de paz, que hoy trabajan con muy pocos recursos para sostener su cooperativa debido a la falta de apoyo y compromiso con las campesinas. También invita a trabajar de manera articulada para garantizar la convivencia pacífica en los territorios y lograr una sostenibilidad duradera en todos los ámbitos de la sociedad.
Reporteros comunitarios del municipio de Anorí
Daniela Osorio
Libardo Torres
Dairon Ospina
Juan Escobar
Emisora comunitaria Anorí Stereo
Por una comunicación para la paz
Este producto fue realizado con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para la paz en Colombia. Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan, ni comprometen la posición del Fondo.