Detrás de la fachada de un pueblo marcado por el conflicto armado, Valdivia guarda un corazón lleno de vida y esperanza. En este municipio de Antioquia, la resiliencia de sus habitantes les ha permitido conservar la esperanza de alcanzar un territorio en paz, con ese propósito se levantan cada día.
Valdivia es un municipio que se levanta en el norte de Antioquia sobre la troncal que conduce a la Costa Atlántica colombiana. No tiene un parque como tal, pues su casco urbano no es muy grande que digamos, en su lugar una pequeña plazoleta sirve como centro de encuentro de los valdivienses. Desde allí, simplemente con alzar la mirada, se divisa la majestuosidad de la cúpula bizantina de la iglesia San José, un referente arquitectónico del municipio.
Valdivia es un pueblo que late con fuerza. Su gente, acostumbrada a levantarse antes que el sol, infunde vida a cada rincón. El bullicio del comercio y el rumor de las conversaciones pintan un cuadro de actividad constante. La sonrisa es protagonista permanente en sus calles, donde los vecinos se saludan con efusividad, creando un ambiente cálido y acogedor que, a pesar de las adversidades que ha enfrentado demuestran una resiliencia admirable.
Y es que la historia de Valdivia, como la de muchos pueblos colombianos, ha sido moldeada por el conflicto armado interno del país, una sombra que se ha proyectado sobre sus habitantes durante décadas generando miedo y dolor. En 2008 se vivió el mayor desplazamiento forzado que ha tenido este municipio. Desde el 3 de febrero hasta el 17 de marzo de ese año, transcurrieron 42 días, quizá los más difíciles para cerca de 5800 personas, entre niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, que tuvieron que salir de sus tierras como víctimas de la disputa entre grupos al margen de la ley que se peleaban por el control del territorio a raíz de los cultivos ilícitos. Así, la población de Valdivia ha sido marcada por una acumulación de violencias que han dejado una profunda huella en su historia.
Han sido años y años de incertidumbre a causa de la violencia que, aunque ha disminuido, aún persiste en este territorio. Con la firma del Acuerdo de Paz entre el estado colombiano y las extintas FARC-EP, Valdivia se incluyó entre los 170 municipios priorizados para implementar los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET-. Programas que tienen como objetivo principal transformar los territorios más afectados por el conflicto armado, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional, promoviendo el desarrollo rural integral, como parte del Punto 1 del Acuerdo.
En un ejercicio participativo la comunidad de Valdivia trazó en 2018 un robusto Plan de Desarrollo, dando origen a un pacto municipal que priorizó 136 iniciativas a ejecutar en el marco de los PDET. Desde apuestas por el acceso a la tierra hasta procesos de reconciliación y construcción de paz, pasando por proyectos que entreguen mayores garantías para el acceso efectivo a los derechos fundamentales. Este abanico de propuestas refleja la diversidad de necesidades y anhelos de un territorio que busca superar los desafíos históricos y construir un futuro más próspero.
El Centro Educativo Rural Villa Marina es un claro ejemplo de cómo estos proyectos PDET han venido transformando realidades en las comunidades. Ubicado en la vereda El Pital, una de las 36 que conforman el municipio de Valdivia, este plantel educativo ha podido mejorar significativamente sus instalaciones y recursos, brindando a los estudiantes de la zona un entorno más propicio para el aprendizaje y el desarrollo integral
Escuelas para la paz
El liderazgo de las mujeres
Las mujeres de Valdivia son un ejemplo de resiliencia y liderazgo. Frente a las adversidades, han demostrado su capacidad para superar obstáculos y aportar a la construcción de un futuro mejor. Su participación fue fundamental en la construcción de las iniciativas priorizadas en el marco de los PDET, demostrando así su compromiso con el desarrollo de sus comunidades. Por eso ellas hoy exigen que su reconocimiento no se limite en el ámbito del cuidado en el hogar, porque han demostrado que son importantes y necesarias en otros escenarios determinantes en el propósito de apostar por una transformación de realidades en su tierra.
En el hogar #Contarnoslapaz
Pero volvamos a ese punto de encuentro de los valdivienses, la plazoleta central que lleva como nombre el del libertador, Simón Bolívar, allí hay un mirador desde donde se pueden ver caminos, muchos caminos que dirigen a esa Valdivia rural. Si se alarga un poco más la mirada se alcanza a ver a lo lejos la vereda Chorrillos, ubicada a unos 45 minutos en carro. El viaje es por carretera destapada, rodeada de frondosos árboles y pequeños arroyos de aguas cristalinas.
La Esperanza es el nombre de la escuelita de Chorrillos que recibe a cerca de 15 estudiantes en sus jornadas. Es una escuela pintoresca rodeada de montañas en medio de un pequeño caserío desde donde proviene un delicioso aroma de cocina en leña. Hasta La Esperanza también llegaron los beneficios de los proyectos PDET de Valdivia, con la remodelación y mejoramiento de las condiciones estructurales de su cancha.
Hoy, la atmósfera en la escuela es completamente diferente. Desde lejos, se escuchan las risas y los gritos de alegría de los niños y las niñas que disfrutan de sus juegos y actividades escolares. Los fines de semana, la cancha se transforma en un espacio de encuentro para toda la comunidad, donde familias y vecinos se reúnen para celebrar y compartir momentos inolvidables. Gracias a la remodelación, este espacio se ha convertido en el corazón pulsante de Chorrillos.
La profesora Leidy Ramírez es la más emocionada, consciente de que son hechos que conllevan a la paz y a la esperanza, como el mismo nombre de la escuela lo indica. “Los PDET contribuyeron a la unión y el compartir de la comunidad, porque si bien es cierto que la cancha funcionaba como un punto de encuentro ahora con mayor ánimo y ganas es el punto preferido para realizar diversas actividades deportivas, de recreación y salud tanto de niños, niñas, jóvenes y adultos de esta vereda.”
Con estas palabras, la profesora Leidy Ramírez expresa su alegría y compromiso desde esta tierra campesina. Para ella, ser parte de esta transformación es una oportunidad para sembrar semillas de paz en sus estudiantes y contribuir a construir un futuro más justo y equitativo en su territorio, desde la unión que genera el deporte.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y es verdad porque si hay algo en Valdivia que no se ha perdido, es la esperanza. A pesar de las cicatrices de la violencia, este pueblo mira hacia adelante con anhelo de encontrar una paz con justicia social. La comunidad, con su resiliencia y determinación, ha logrado transformar el dolor en fuerza, tejiendo un futuro lleno de posibilidades. Los proyectos PDET han sido un paso en este camino, pero el verdadero motor de cambio ha sido la voluntad de sus habitantes que no desfallecen en la búsqueda de mejores condiciones de vida.
Así contamos la paz desde nuestro territorio.
Reporteros comunitarios del municipio de Valdivia
Boris Arley Montoya Botero
Alba Ortiz Valderrama
Carlos Cárdenas Barón
Cristián José Galván
Juliana Andrea Peña Ortiz
Manuel Esteban Martínez
Mauricio Gómez
Anlly Carolina Ceballos Legarda
Corporación para el desarrollo integral -CODENA-
Emisora comunitaria Digital Stereo
Por una comunicación para la paz
Este producto fue realizado con el apoyo del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para la paz en Colombia. Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan, ni comprometen la posición del Fondo.