Durante dos siglos, el braille ha sido mucho más que un código para la lectura y la escritura de las personas ciegas: ha sido una plataforma de inclusión y una herramienta de autonomía. Un medio para participar en un mundo poco pensado para quienes no ven. Sin embargo, en tiempos de pantallas que hablan y voces sintéticas que leen, su vigencia parece estar en disputa..
